Thursday, 24 November 2011

Xavi doma a Ibrahimovic. ÀNIMS TITO



El Barça gana al Milan en un memorable partido en San Siro por los goles y la calidad del fútbol



RAMON BESA - Milan – 23/11/2011
La sabiduría de Xavi, símbolo del fútbol socializado del Barça, le pudo a la arrogancia de Ibrahimovic, líder espiritual de un reconstruido Milan. Ambos fueron dos futbolistas admirables en un partido de época, muy propio de la Copa de Europa, jugado a un ritmo endemoniado, no apto para equipos contemporizadores. La importancia del torneo, la fama del rival y la majestuosidad del campo exigían una respuesta inequívoca del Barcelona. La condición de campeón comporta ciertas obligaciones, como resolver encuentros tan complicados como el de San Siro. Y el Barça salió vencedor de la afrenta con mayor grandeza incluso de la esperada, sobre todo porque fue muy exigido por el Milan, un equipo el de Berlusconi que se niega a dimitir del fútbol.
Pesa la camiseta rossonera, tiene su carácter el Milan y alguno de sus jugadores son ídolos de multitudes como Ibrahimovic. Hay pocos delanteros con mejores gestos técnicos y que dominen más las jugadas episódicas que el sueco. La cólera y el arrebato de Ibracadabra, bandera de un plantel con casta y oficio, fue insuficiente, sin embargo, ante el juego continuo y delicado de Xavi, imponente y majestuoso, el mejor representante del ejército de centrocampistas azulgrana, santo y seña del fútbol del Barcelona. Nunca pudieron especular los azulgrana, a pesar de que les valía con el empate para entrar como líderes en el bombo de octavos de final, y jamás retrocedieron en San Siro.
El partido se arrancó de forma sorprendente, con un vértigo inesperado en el área del Barcelona, apuntado Valdés por Keita y Thiago, como si los volantes azulgrana fueran delanteros rossoneri y de central jugara Ibrahimovic. Keita regateó al sueco de cara a su portería y Thiago cedió la pelota a su guardameta en el área pequeña a la salida de un córner. Ya se sabe que en el Barça está prohibido rifar el cuero incluso ante el Milan. Apretaron los chicos de Allegri nada más salir a la cancha y ya no hubo manera de parar el encuentro, imposible encontrar un momento de pausa por la velocidad con la que replicó el Barça.
Jugaron los azulgrana con una intensidad sobrecogedora, más verticales y agresivos con el balón que nunca, siempre mirando a Abbiati. Arengados por Thiago, abierto a la banda, los volantes combinaron rápido y bien y los delanteros permutaron sus posiciones de forma continua para la llegada de los interiores. El fútbol asociativo barcelonista desarticuló a la experimentada defensa del Milan. Los remates se sucedieron y si solo cayeron tres goles fue por la falta de tino en el remate y por las intervenciones del portero.
Tuvo que achicar tanto el Milan que Van Bommel acabó por marcar en su portería y a Aquillani no le quedó más remedio que tirar a Xavi. El árbitro le perdonó la expulsión al medio italiano y acto seguido amonestó y obligó a repetir el penalti a Messi. Inédito frente a los equipos italianos no falló La Pulga, excelente en el juego interior desde la posición de falso nueve, empujado por el dinamismo de Cesc y dirigido por Xavi, convertido en Milán en el futbolista total por la conducción, el pase, la entrada al área y el tiro, siempre resguardado por el omnipresente Keita.
Aunque atacaba sin extremos, el Barcelona impuso el fútbol dinámico de sus seis centrocampistas, indetectables para el Milan. A cambio, los azulgrana estuvieron más expuestos que nunca por defender con tres centrales. El Milan abrió muy bien las bandas, puso el cuero repetidamente a espaldas de los zagueros y se garantizó también un buen caudal de ocasiones. Robinho falló un gol cantado antes de que Ibrahimovic batiera a Valdés y Boateng no paró hasta encontrar la portería de Barça. Jugaron los italianos de forma intimidatoria, con una determinación admirable, preocupados en defensa y fieros en ataque.
El Milan nunca se fue del encuentro, ni siquiera con el tanto de Xavi en una jugada deliciosa por serena, por exacta, por tantas veces repetida y cada vez más solicitada. El efecto del pase multiplicador acabó con un pase filtrado de Messi y el remate de Xavi que hipnotizó San Siro. La mejor manera de cerrar un partido en que cada equipo reivindicó su manera de entender el juego y provocó el aplauso final de la hinchada. No perdía el Milan en casa desde febrero, cuando le batió el Tottenham. También le ganó el Barcelona en una noche para recordar. Hubo quien pensó que no era un partido de clasificación sino la final de la Copa del Mundo.

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