El Barça brinda en Praga (0-4) y La Pulga, Valdés y Guardiola logran registros históricos
RAMON BESA - Praga - 01/11/2011 . Diario EL PAÍS
RAMON BESA - Praga - 01/11/2011 . Diario EL PAÍS
Hay partidos aparentemente desiguales que se miden más por los detalles que por el marcador, que se da por descontado, ya sea para bien o para mal. Ayer hubo uno en el Eden Stadium de Praga, y a efectos de inventario fue especialmente productivo para el Barça, superior en el juego y en el resultado, cumplidor con cuantos registros se había propuesto superar nada más salir del Camp Nou, imparable con el viento a favor. Uno a uno, de forma natural, sus retos se fueron cumpliendo sin discusión.
Valdés batió el récord de imbatibilidad de Miguelito Reina; Messi no solo alcanzó, sino que superó la barrera de los 200 goles (202) y ahora se propone destronar a César (235); Guardiola celebró su partido 200 en el banquillo con una victoria, la 144 (y 500 goles); y el Barcelona se clasificó para los octavos de final de la Liga de Campeones. A la espera de rendir visita a Milán para decidir el liderato, más accesible que nunca después del empate rossonero en Minsk, el trabajo colectivo e individual azulgrana fue irreprochable, poco tuvo que decir el Viktoria.
Valdés se ganó el premio después de rechazar un tiro de Petrzela, que se había ido como una bala a por la portería, vencido solo por el mano a mano y aguante del guardameta del Barça. Messi se fabricó el gol 200 después que Cisovsky le derribara en una acción decisiva para la suerte del partido: penalti y expulsión del zaguero checo, descontento con la tarjeta roja. La Pulga cambió la dirección del tiro: apuntó suave y a la derecha del portero, abatido antes de tiempo. No quiso el argentino que se dudara de la jugada y de su marca y, por si acaso, metió después dos más (202 en 286 partidos y el 104 en los últimos 100 encuentros), punto final a la excelsa posesión del equipo en superioridad numérica. Y Guardiola dejó su huella con una alineación más difícil de acertar que un pleno al 15.
Las formaciones del técnico catalán dan mucho juego. La de ayer era una fotografía de la historia futbolística azulgrana de los últimos años. Ausentes de salida Iniesta, Xavi, Mascherano y descartado Villa, se juntaron Alves, Puyol, Piqué y Abidal, una línea defensiva muy clásica y sin embargo inédita en el último medio año. Y Piqué se reencontró al mismo tiempo con Cesc y Messi, cosa que no ocurría desde que jugaban en el cadete de Álex García. Nada mejor para combatir las imágenes de nostalgia que el retrato del joven Cuenca, la última revelación de la Masia, tan feliz como Adriano desde que viste de extremo o que Thiago, un centrocampista total que mezcla igual con veteranos y jóvenes, lo mismo recupera que remata.
Quizá por tanta novedad, al Barça le llevó un rato dominar la contienda e incluso estuvo expuesto a la vitalidad del Viktoria, excelente en la presión a la zaga azulgrana, rápido y selectivo en las transiciones y fogoso en el cierre de su área. A los barcelonistas les costaba salir con la pelota jugada y los checos atravesaban de vez en cuando la divisoria de forma acelerada y peligrosa, excelentes a la hora de atacar el espacio.
Aunque antes el árbitro no pitó un penalti a Cesc, el encuentro se rompió en una jugada a los veinte minutos, cuando Cisovsky derribó a Messi y dejó con diez al Viktoria. La Pulga transformó la pena máxima y los azulgrana pararon definitivamente su rondo en cancha checa. El segundo gol fue un regalo para el partido por el seguido de pases y combinaciones azulgrana. El Viktoria, sin embargo, se lo tomó a mal. Desquiciados y diezmados desde el penalti, los checos afilaron las botas y ensuciaron el choque. Les faltaban jugadores para combatir el fútbol del Barça y de Messi, asociado a Cesc, a Thiago, a Busquets.
A veces parece imposible llegar a la portería sin pasar por Messi, sin obtener su bendición, aunque no tenga nada que ver con la jugada. Hay que saludar a La Pulga. A todos les parece de lo más normal y brindan a la salud del argentino, amo y señor del cotarro cuando golea. Juega y hace jugar el mejor jugador del mundo. También en jornadas de entretiempo como la de ayer, partidos para actualizar las marcas y dar fe de vida del Barcelona. A Guardiola le dio tiempo hasta de refrescar al equipo con vistas a Bilbao con delanteros como Alexis mientras Valdés seguía invicto y Messi pedía al árbitro que alargara el partido en el descanso y al final. Y fue así como metió el 0-2 primero y el 0-4 final, el tercero de una cuenta particular con 13 tripletes.
No falló ninguno de los futbolistas que habían sido llamados a ser protagonistas. Ni siquiera Cesc, que necesita del gol y marcó el tercero, servido por un centro del ofensivo Cuenca. Pocas veces le habían ido tan bien las cosas al Barça en la embriagadora Praga.
Valdés batió el récord de imbatibilidad de Miguelito Reina; Messi no solo alcanzó, sino que superó la barrera de los 200 goles (202) y ahora se propone destronar a César (235); Guardiola celebró su partido 200 en el banquillo con una victoria, la 144 (y 500 goles); y el Barcelona se clasificó para los octavos de final de la Liga de Campeones. A la espera de rendir visita a Milán para decidir el liderato, más accesible que nunca después del empate rossonero en Minsk, el trabajo colectivo e individual azulgrana fue irreprochable, poco tuvo que decir el Viktoria.
Valdés se ganó el premio después de rechazar un tiro de Petrzela, que se había ido como una bala a por la portería, vencido solo por el mano a mano y aguante del guardameta del Barça. Messi se fabricó el gol 200 después que Cisovsky le derribara en una acción decisiva para la suerte del partido: penalti y expulsión del zaguero checo, descontento con la tarjeta roja. La Pulga cambió la dirección del tiro: apuntó suave y a la derecha del portero, abatido antes de tiempo. No quiso el argentino que se dudara de la jugada y de su marca y, por si acaso, metió después dos más (202 en 286 partidos y el 104 en los últimos 100 encuentros), punto final a la excelsa posesión del equipo en superioridad numérica. Y Guardiola dejó su huella con una alineación más difícil de acertar que un pleno al 15.
Las formaciones del técnico catalán dan mucho juego. La de ayer era una fotografía de la historia futbolística azulgrana de los últimos años. Ausentes de salida Iniesta, Xavi, Mascherano y descartado Villa, se juntaron Alves, Puyol, Piqué y Abidal, una línea defensiva muy clásica y sin embargo inédita en el último medio año. Y Piqué se reencontró al mismo tiempo con Cesc y Messi, cosa que no ocurría desde que jugaban en el cadete de Álex García. Nada mejor para combatir las imágenes de nostalgia que el retrato del joven Cuenca, la última revelación de la Masia, tan feliz como Adriano desde que viste de extremo o que Thiago, un centrocampista total que mezcla igual con veteranos y jóvenes, lo mismo recupera que remata.
Quizá por tanta novedad, al Barça le llevó un rato dominar la contienda e incluso estuvo expuesto a la vitalidad del Viktoria, excelente en la presión a la zaga azulgrana, rápido y selectivo en las transiciones y fogoso en el cierre de su área. A los barcelonistas les costaba salir con la pelota jugada y los checos atravesaban de vez en cuando la divisoria de forma acelerada y peligrosa, excelentes a la hora de atacar el espacio.
Aunque antes el árbitro no pitó un penalti a Cesc, el encuentro se rompió en una jugada a los veinte minutos, cuando Cisovsky derribó a Messi y dejó con diez al Viktoria. La Pulga transformó la pena máxima y los azulgrana pararon definitivamente su rondo en cancha checa. El segundo gol fue un regalo para el partido por el seguido de pases y combinaciones azulgrana. El Viktoria, sin embargo, se lo tomó a mal. Desquiciados y diezmados desde el penalti, los checos afilaron las botas y ensuciaron el choque. Les faltaban jugadores para combatir el fútbol del Barça y de Messi, asociado a Cesc, a Thiago, a Busquets.
A veces parece imposible llegar a la portería sin pasar por Messi, sin obtener su bendición, aunque no tenga nada que ver con la jugada. Hay que saludar a La Pulga. A todos les parece de lo más normal y brindan a la salud del argentino, amo y señor del cotarro cuando golea. Juega y hace jugar el mejor jugador del mundo. También en jornadas de entretiempo como la de ayer, partidos para actualizar las marcas y dar fe de vida del Barcelona. A Guardiola le dio tiempo hasta de refrescar al equipo con vistas a Bilbao con delanteros como Alexis mientras Valdés seguía invicto y Messi pedía al árbitro que alargara el partido en el descanso y al final. Y fue así como metió el 0-2 primero y el 0-4 final, el tercero de una cuenta particular con 13 tripletes.
No falló ninguno de los futbolistas que habían sido llamados a ser protagonistas. Ni siquiera Cesc, que necesita del gol y marcó el tercero, servido por un centro del ofensivo Cuenca. Pocas veces le habían ido tan bien las cosas al Barça en la embriagadora Praga.
VIKTORIA PLZEN, 0 - BARCELONA, 4
Viktoria Plzen: Pavlik; Limbersky, Bistroñ, Cisovsky, Rajtoral; Jirasek, Horvath (Reznik, m. 77); Pilar, Kolar (Duris, m. 68), Petrzela; y Bakos (Sevinsky, m. 25). No utilizados: Tichacek, Fillo, Darida y Hora.
Barcelona: Valdés; Alves (Maxwell, m. 70), Piqué, Puyol, Abidal (Alexis, m. 73); Thiago, Busquets (Keita, m. 65), Cesc; Cuenca, Messi y Adriano. No utilizados: Pinto, Mascherano, Xavi e Iniesta.
Goles: 0-1. M. 24. Messi, de penalti. 0-2. M. 45. Messi. 0-3. M. 72. Cesc. 0-4. M. 92. Messi.
Árbitro: Robert Schörgenhofer. Expulsó a Cisovsky (m. 21) por derribar a Messi, y amonestó a Pilar, Alves (se perderá el próximo partido en Milan), Limbersky y Horvath.
Estadio Eden. Unos 18.000 espectadores.
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