Un ejemplo de competitividad
Keita simboliza, según Guardiola, los mejores valores de la plantilla del Barça
LUIS MARTÍN - Barcelona - 02/02/2011
El Barcelona se cita en Almería con el objetivo de alcanzar su segunda final de la Copa del Rey en tres temporadas, motivo suficiente para que Pep Guardiola recuerde que a la grandeza institucional se llega desde la competitividad en noches como la de hoy. "La final de la Champions puede dar prestigio, pero la de la Copa es el partido más bonito del año, un premio para el club y, en mi caso, uno de los mejores recuerdos de mi carrera, tal vez porque fue el primero", dijo el entrenador azulgrana, que, por no menospreciar el duelo tras el resultado de la ida (5-0), se lleva a Almería a toda la plantilla, incluso a los lesionados Puyol e Iniesta, tratando de no condenar a un trámite el partido y, al tiempo, festejar juntos la clasificación llegado el caso.
Tan convencido está Guardiola de que nada identifica más al grupo como pelear por la final de la Copa como de que la Liga no se gana en enero -"ni aquí ni en Chipre"- por mucho que se lleven siete puntos de ventaja al Madrid, rival del que no fía un pelo a tenor de lo que le advierte la historia. "El Madrid lleva la competitividad en la camiseta", dice, y esgrime su historia para no darle por muerto. "Ni yo, ni vosotros, ni ellos... Nadie se cree que renuncian a la Liga", dijo; "un entrenador tan prestigioso y competitivo como Mourinho no dará nada por perdido. Lo intentará hasta el final".
Eso pretende él: que el Barça compita hasta el final, más allá de que gane o pierda. "Estaré contento si caemos otra vez con la cabeza alta", dijo ilusionado ante la posibilidad de meterse esta noche en la final de la Copa. Seguro de que su grupo será lo que quiera ser mientras no renuncie a ser él mismo, lleva días instando a la plantilla a fijarse en Seydu Keita, (Mali, 1981), al que señala públicamente como la cara del mismo grupo. "Juega menos de lo que se merece. Cuando juega, juega bien. Y nunca se queja", reveló el técnico, que cada vez que le mira a los ojos recibe bondad, compromiso y respeto a pesar de que le relegue al banquillo.
Titular en 12 de los 29 partidos del curso, Keita maneja un concepto del grupo tan espectacular que su única preocupación a estas alturas es que ningún compañero se lesione. "Eso es lo más importante", advierte; "no tengo motivo para quejarme porque no juegue. Me entreno fuerte y, si juego, trato de dar lo mejor que tengo. La mayoría de los futbolistas somos egoístas, pero yo tengo una vida maravillosa y, aunque juegue solo 15 minutos, prefiero darlo todo a quejarme por no jugar más. Yo soy así y no voy a cambiar". Asume, en consecuencia, que nadie es más importante en este equipo que Guardiola, "una buena persona": "Intenta ser justo y nos ha cambiado mucho a todos, del portero a Messi".
Llegados a este punto, a Keita le gustaría repetir viejos éxitos aunque solo sea para que esta vez su esposa y sus dos hijas lo puedan celebrar con él. "Nunca han venido a verme jugar. Para mí, el fútbol es el trabajo y no me gusta mezclar. Si tenemos la suerte de volver a ganar otra vez, me gustaría que me acompañaran", dice transmitiendo una bondad absoluta. Al tiempo, matiza su miedo a subir al avión -"no tengo miedo a volar, tengo miedo a morir y no haberme merecido el Paraíso"- y recibe emocionado los elogios de su entrenador y de sus compañeros: "Seydu trabaja, no dice nada, su objetivo es colectivo, por encima de sí mismo y, cuando juega, juega bien". "El míster no se equivoca", añade Abidal al hablar de su hermano; "al decir que es la imagen de este grupo porque es una buena persona. Todos le queremos y él lo siente y lo sabe".
Guardiola está convencido de que, por mucho talento que reúna su equipo, nada les hace más fuertes que tomar como ejemplo a Keita llegados a este punto en el que no hay vuelta atrás: se trata de eliminar al Almería aunque solo sea para ver a Keita sonreír y disfrutar de otra final de Copa.
Keita simboliza, según Guardiola, los mejores valores de la plantilla del Barça
LUIS MARTÍN - Barcelona - 02/02/2011
El Barcelona se cita en Almería con el objetivo de alcanzar su segunda final de la Copa del Rey en tres temporadas, motivo suficiente para que Pep Guardiola recuerde que a la grandeza institucional se llega desde la competitividad en noches como la de hoy. "La final de la Champions puede dar prestigio, pero la de la Copa es el partido más bonito del año, un premio para el club y, en mi caso, uno de los mejores recuerdos de mi carrera, tal vez porque fue el primero", dijo el entrenador azulgrana, que, por no menospreciar el duelo tras el resultado de la ida (5-0), se lleva a Almería a toda la plantilla, incluso a los lesionados Puyol e Iniesta, tratando de no condenar a un trámite el partido y, al tiempo, festejar juntos la clasificación llegado el caso.
Tan convencido está Guardiola de que nada identifica más al grupo como pelear por la final de la Copa como de que la Liga no se gana en enero -"ni aquí ni en Chipre"- por mucho que se lleven siete puntos de ventaja al Madrid, rival del que no fía un pelo a tenor de lo que le advierte la historia. "El Madrid lleva la competitividad en la camiseta", dice, y esgrime su historia para no darle por muerto. "Ni yo, ni vosotros, ni ellos... Nadie se cree que renuncian a la Liga", dijo; "un entrenador tan prestigioso y competitivo como Mourinho no dará nada por perdido. Lo intentará hasta el final".
Eso pretende él: que el Barça compita hasta el final, más allá de que gane o pierda. "Estaré contento si caemos otra vez con la cabeza alta", dijo ilusionado ante la posibilidad de meterse esta noche en la final de la Copa. Seguro de que su grupo será lo que quiera ser mientras no renuncie a ser él mismo, lleva días instando a la plantilla a fijarse en Seydu Keita, (Mali, 1981), al que señala públicamente como la cara del mismo grupo. "Juega menos de lo que se merece. Cuando juega, juega bien. Y nunca se queja", reveló el técnico, que cada vez que le mira a los ojos recibe bondad, compromiso y respeto a pesar de que le relegue al banquillo.
Titular en 12 de los 29 partidos del curso, Keita maneja un concepto del grupo tan espectacular que su única preocupación a estas alturas es que ningún compañero se lesione. "Eso es lo más importante", advierte; "no tengo motivo para quejarme porque no juegue. Me entreno fuerte y, si juego, trato de dar lo mejor que tengo. La mayoría de los futbolistas somos egoístas, pero yo tengo una vida maravillosa y, aunque juegue solo 15 minutos, prefiero darlo todo a quejarme por no jugar más. Yo soy así y no voy a cambiar". Asume, en consecuencia, que nadie es más importante en este equipo que Guardiola, "una buena persona": "Intenta ser justo y nos ha cambiado mucho a todos, del portero a Messi".
Llegados a este punto, a Keita le gustaría repetir viejos éxitos aunque solo sea para que esta vez su esposa y sus dos hijas lo puedan celebrar con él. "Nunca han venido a verme jugar. Para mí, el fútbol es el trabajo y no me gusta mezclar. Si tenemos la suerte de volver a ganar otra vez, me gustaría que me acompañaran", dice transmitiendo una bondad absoluta. Al tiempo, matiza su miedo a subir al avión -"no tengo miedo a volar, tengo miedo a morir y no haberme merecido el Paraíso"- y recibe emocionado los elogios de su entrenador y de sus compañeros: "Seydu trabaja, no dice nada, su objetivo es colectivo, por encima de sí mismo y, cuando juega, juega bien". "El míster no se equivoca", añade Abidal al hablar de su hermano; "al decir que es la imagen de este grupo porque es una buena persona. Todos le queremos y él lo siente y lo sabe".
Guardiola está convencido de que, por mucho talento que reúna su equipo, nada les hace más fuertes que tomar como ejemplo a Keita llegados a este punto en el que no hay vuelta atrás: se trata de eliminar al Almería aunque solo sea para ver a Keita sonreír y disfrutar de otra final de Copa.
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