Xavi mantiene el encanto
Messi recupera al final la puntería y el Barça supera a un aguerrido Hércules
CAYETANO ROS - Alicante - 29/01/2011
El día en que el Barça estaba casi seco, sin la pegada habitual, Xavi e Iniesta acudieron a rescatarlo. En su festival de pases y control del juego, mantuvieron la cadencia necesaria, la seducción acostumbrada, hasta que, desfondado el Hércules, Messi recobró al final la puntería perdida durante el encuentro. Dos veces marcó el argentino, pero, antes, la noticia fue verlo frustrado, lanzando un arañazo al aire en pleno gesto de desesperación, resoplando y mirando al suelo después de su enésimo remate fuera. El Hércules cayó con dignidad, con la organización y la entrega que se le supone en casa, sin defraudar la enorme expectación despertada en Alicante y su entorno. Lleno hasta en los pasillos, el Rico Pérez disfrutó un ambiente festivo como no se recordaba desde hacía 14 años, en una visita liguera del Madrid.
Enmarañado el ataque del Barça en la frontal del área alicantina, que repelía la dinamita azulgrana, Xavi despejó la cita al filo del descanso. Alzó la cabeza, abrió a la derecha y dejó a Pedro frente a Calatayud. El extremo canario resolvió con un disparo seco, pegado al palo del portero, que disolvió los fantasmas para un Barça más bien opaco hasta ese momento. Atascado por un Hércules ordenado y aguerrido, dispuesto a vender muy cara su derrota.
Con su tradicional baile de posiciones, el Barça se armó de paciencia para salvar la barrera psicológica del único rival que le ganó, y en el Camp Nou, en la primera vuelta. Desde el punto de vista académico, poco que reprocharle. Ensanchó el campo, por la izquierda a través de Maxwell y por la derecha con el recuperado Alves. Y trató de hallar los pasillos interiores con los pases de Xavi e Iniesta. Pero le faltó finura, sobre todo a Villa y Messi.
Valiente Esteban Vigo, con cuatro hombres preparados para atacar, el Hércules asumió, sin embargo, que iba a pasarse gran parte de la velada en su propio campo. Más que nada, porque no sabía cómo salir de él, si al pelotazo o mediante pases frustrados. El resultado era el mismo: el balón, en los pies azulgrana.
Gracias a la alquimia entre Valdez y Trezeguet, el Hércules se ha hecho fuerte en su estadio, en el que le basta poner un balón aéreo al paraguayo para que este lo prolongue hacia el francés. Con tal exactitud en ocasiones que el propio Trezeguet no se esperaba esta vez la notable dejada de Valdez, que remató fuera con la planta de los tacos.
El Hércules se soltó tras el descanso, descubriendo una vía de avance a través de la habilidad de Tote, secundado siempre por los desdoblamientos del lateral Cortés. Claro que Xavi ya había encontrado el hilo al encuentro y eso le daba a Guardiola mucha más tranquilidad.
El Barça comenzó a tocar con mucha calma y el Rico Pérez entendió que ya no había manera de escapar de ese duermevela en el que había entrado en el partido. Una ensoñación en la que, tarde o temprano, llegaría el golpe definitivo. La cadencia suave del encuentro invitó al público a corear el nombre de Xavi, absoluto dominador del tiempo y el espacio. Y, al regatearse de una tacada a Cristian y Farinós, la grada lanzó un profundo suspiro de admiración. Farinós, precisamente, acababa de regresar a un campo de juego siete meses después, superada una grave lesión, añorado por su equipo todo este tiempo. A pesar de ser expulsado poco después, tras una entrada a destiempo a Abidal, propiciando el hundimiento de un Hércules muy veterano, ya sin oxígeno para el último tramo. Hechizado por el encanto de Xavi y, ahora sí, el guante izquierdo de Messi. Esta vez sí, se escapó de un puñado de defensas en la frontal del área alicantina y su disparo enrabietado encontró las redes de Calatayud. Poco después, capitulado el Hércules y el pleno carrusel de cambios de Guardiola, Alves penetró por la derecha y le dio un postrer regalo al argentino. Ya lo quisieran todos los demás jugadores del mundo: dos goles en un mal día.
Messi recupera al final la puntería y el Barça supera a un aguerrido Hércules
CAYETANO ROS - Alicante - 29/01/2011
El día en que el Barça estaba casi seco, sin la pegada habitual, Xavi e Iniesta acudieron a rescatarlo. En su festival de pases y control del juego, mantuvieron la cadencia necesaria, la seducción acostumbrada, hasta que, desfondado el Hércules, Messi recobró al final la puntería perdida durante el encuentro. Dos veces marcó el argentino, pero, antes, la noticia fue verlo frustrado, lanzando un arañazo al aire en pleno gesto de desesperación, resoplando y mirando al suelo después de su enésimo remate fuera. El Hércules cayó con dignidad, con la organización y la entrega que se le supone en casa, sin defraudar la enorme expectación despertada en Alicante y su entorno. Lleno hasta en los pasillos, el Rico Pérez disfrutó un ambiente festivo como no se recordaba desde hacía 14 años, en una visita liguera del Madrid.
Enmarañado el ataque del Barça en la frontal del área alicantina, que repelía la dinamita azulgrana, Xavi despejó la cita al filo del descanso. Alzó la cabeza, abrió a la derecha y dejó a Pedro frente a Calatayud. El extremo canario resolvió con un disparo seco, pegado al palo del portero, que disolvió los fantasmas para un Barça más bien opaco hasta ese momento. Atascado por un Hércules ordenado y aguerrido, dispuesto a vender muy cara su derrota.
Con su tradicional baile de posiciones, el Barça se armó de paciencia para salvar la barrera psicológica del único rival que le ganó, y en el Camp Nou, en la primera vuelta. Desde el punto de vista académico, poco que reprocharle. Ensanchó el campo, por la izquierda a través de Maxwell y por la derecha con el recuperado Alves. Y trató de hallar los pasillos interiores con los pases de Xavi e Iniesta. Pero le faltó finura, sobre todo a Villa y Messi.
Valiente Esteban Vigo, con cuatro hombres preparados para atacar, el Hércules asumió, sin embargo, que iba a pasarse gran parte de la velada en su propio campo. Más que nada, porque no sabía cómo salir de él, si al pelotazo o mediante pases frustrados. El resultado era el mismo: el balón, en los pies azulgrana.
Gracias a la alquimia entre Valdez y Trezeguet, el Hércules se ha hecho fuerte en su estadio, en el que le basta poner un balón aéreo al paraguayo para que este lo prolongue hacia el francés. Con tal exactitud en ocasiones que el propio Trezeguet no se esperaba esta vez la notable dejada de Valdez, que remató fuera con la planta de los tacos.
El Hércules se soltó tras el descanso, descubriendo una vía de avance a través de la habilidad de Tote, secundado siempre por los desdoblamientos del lateral Cortés. Claro que Xavi ya había encontrado el hilo al encuentro y eso le daba a Guardiola mucha más tranquilidad.
El Barça comenzó a tocar con mucha calma y el Rico Pérez entendió que ya no había manera de escapar de ese duermevela en el que había entrado en el partido. Una ensoñación en la que, tarde o temprano, llegaría el golpe definitivo. La cadencia suave del encuentro invitó al público a corear el nombre de Xavi, absoluto dominador del tiempo y el espacio. Y, al regatearse de una tacada a Cristian y Farinós, la grada lanzó un profundo suspiro de admiración. Farinós, precisamente, acababa de regresar a un campo de juego siete meses después, superada una grave lesión, añorado por su equipo todo este tiempo. A pesar de ser expulsado poco después, tras una entrada a destiempo a Abidal, propiciando el hundimiento de un Hércules muy veterano, ya sin oxígeno para el último tramo. Hechizado por el encanto de Xavi y, ahora sí, el guante izquierdo de Messi. Esta vez sí, se escapó de un puñado de defensas en la frontal del área alicantina y su disparo enrabietado encontró las redes de Calatayud. Poco después, capitulado el Hércules y el pleno carrusel de cambios de Guardiola, Alves penetró por la derecha y le dio un postrer regalo al argentino. Ya lo quisieran todos los demás jugadores del mundo: dos goles en un mal día.
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