Con pelota y todo...
El Barcelona metió en un arco al Almería, lo goleó 5-0 y puso un pie y medio en la final de la Copa del Rey. Messi hizo dos goles y dio una asistencia. ¿Habrá clásico con el Real en la final?
Qué hacer. Qué hacer, pues, si el Barcelona es quien está enfrente. Si el recuerdo más próximo es una doceava fecha inolvidable, histórica, en la que el baile culminó con un 0-8 que dejó a la vista cuán poderoso, en términos futbolísticos, es el equipo de Guardiola. Qué hacer, pues, si se entra al Camp Nou con el digno -dignísimo a esta altura- objetivo de no perder por goleada. Qué hacer, pues, si unos míseros 15 minutos bastan para bajar el telón.
Qué hacer, Almería, si se juega ante un Messi inspiradísimo, al que no hay récord que le calme la sed. Un Leo que recibe, mete el zurdazo y Esteban, arquero rival, sufre el primero. Qué hacer, Almería, si a los segundos nomás, Villa la pide y la pone junto al palo y, como si eso fuera poco, cinco minutitos después, la Pulga ni lo deja festejar con otra definición exquisita. Qué hacer, Almería, qué hacer, si la claustrofobia de estar encerrado en el área propia no termina nunca y Pedro, chiquitito, corona el cuarto de cabeza. Así, la eterna gota de transpiración en la frente se seca recién con el final del primer tiempo. El descanso es una bendición y los 45' que se avecinan un bocadillo de goloso. Y el pase de Messi para el grito de Keita cuando terminaba la historia, una pizca del mejor caviar.
Si al Barca sólo le hizo falta un cuarto de hora, con Xavi e Iniesta manejando la redonda a piacere, poniéndole la música para el karaoke festivo que armó el tridente ofensivo. Eso es Barcelona: unos componen, otros escriben y el resultado es un concierto futbolístico que le pelea el significado a esa palabra que, dicen, no existe: perfección.
Y entonces la serie, la semifinal de la Copa del Rey, larga aroma a cerrada. El Almería (Piatti y Pellerano estuvieron entre los titulares y Bernardello en el banco) definirá de local. La última vez que recibió al Barcelona, los culé se fueron del Estadio Mediterráneo con un 0-8 (hat trick de Messi) que se hizo karma. Qué hacer, Almería, qué hacer. La respuesta se cae de madura: ante el mejor equipo del mundo, no hay nada que hacer.
Qué hacer. Qué hacer, pues, si el Barcelona es quien está enfrente. Si el recuerdo más próximo es una doceava fecha inolvidable, histórica, en la que el baile culminó con un 0-8 que dejó a la vista cuán poderoso, en términos futbolísticos, es el equipo de Guardiola. Qué hacer, pues, si se entra al Camp Nou con el digno -dignísimo a esta altura- objetivo de no perder por goleada. Qué hacer, pues, si unos míseros 15 minutos bastan para bajar el telón.
Qué hacer, Almería, si se juega ante un Messi inspiradísimo, al que no hay récord que le calme la sed. Un Leo que recibe, mete el zurdazo y Esteban, arquero rival, sufre el primero. Qué hacer, Almería, si a los segundos nomás, Villa la pide y la pone junto al palo y, como si eso fuera poco, cinco minutitos después, la Pulga ni lo deja festejar con otra definición exquisita. Qué hacer, Almería, qué hacer, si la claustrofobia de estar encerrado en el área propia no termina nunca y Pedro, chiquitito, corona el cuarto de cabeza. Así, la eterna gota de transpiración en la frente se seca recién con el final del primer tiempo. El descanso es una bendición y los 45' que se avecinan un bocadillo de goloso. Y el pase de Messi para el grito de Keita cuando terminaba la historia, una pizca del mejor caviar.
Si al Barca sólo le hizo falta un cuarto de hora, con Xavi e Iniesta manejando la redonda a piacere, poniéndole la música para el karaoke festivo que armó el tridente ofensivo. Eso es Barcelona: unos componen, otros escriben y el resultado es un concierto futbolístico que le pelea el significado a esa palabra que, dicen, no existe: perfección.
Y entonces la serie, la semifinal de la Copa del Rey, larga aroma a cerrada. El Almería (Piatti y Pellerano estuvieron entre los titulares y Bernardello en el banco) definirá de local. La última vez que recibió al Barcelona, los culé se fueron del Estadio Mediterráneo con un 0-8 (hat trick de Messi) que se hizo karma. Qué hacer, Almería, qué hacer. La respuesta se cae de madura: ante el mejor equipo del mundo, no hay nada que hacer.
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