Wednesday, 9 March 2011

Solo existió el color azulgrana¿Cómo pretendía Wenger eliminar a un equipo tan superior al suyo, cómo?


Solo existió el color azulgrana
¿Cómo pretendía Wenger eliminar a un equipo tan superior al suyo, cómo?

No seré yo quien provoque hoy la euforia en el bando culé. No. Pero podría. Los barcelonistas tenemos que estar muy orgullosos de esta plantilla, más que del equipo, pues, de nuevo, con ausencias claves, como las de los dos centrales (Puyol y Piqué), Pep Guardiola ha sabido armar un conjunto capaz de plantar cara a uno de los mejores equipos del mundo. Insisto, cuando el Barça hace de Barça, no tiene rival. Vistos los 180 minutos de esta eliminatoria, era evidente que solo podía pasar un equipo, el Barça. Y lo ha hecho por todos. Por Messi, sí, pero también por Mascherano, que salvó un gol, sí.

¡Lo digo sin ánimo de molestar a nadie a nadie! Pero lo digo claro y muy alto: no quiero volver a oír esa comparación, errónea, muy errónea, de que el Arsenal es la calcomanía, la copia, del Barça. ¡Ni de broma! Todavía no sé cómo pretendía Arsène Wenger eliminar al Barça. Si uno quiere imitar al Barça ha de ser valiente (y no tan miedoso como lo fue anoche el Arsenal), ha de querer tener el balón (no han dado tres pases seguidos) y ha de desear, siempre, siempre, del primero al último minuto, ganar, crear ocasiones, buscar la portería rival. Nada de eso ocurrió anoche. Peor aún: Wenger ha cometido un error clamoroso al alinear a dos jugadores (Cesc y Van Persie) que no estaban para soportar, ni de la risa, el frenético ritmo que el Barça iba a imponer en la primera media hora cuando los dos se han agotado y desquiciado. Y así les fue: siempre jugaron en inferioridad anímica, deportiva, táctica y técnica.

Medio mundo (al otro medio ni siquiera se nos ocurrió semejante razonamiento), pensaba al término del partido de ida en Londres (2-1 para el Arsenal) que el equipo de Arsène Wenger podía ser el verdugo de este Barça magistral. Tras ver el partido de anoche, en el que el conjunto inglés fue siempre rácano, avaro y poco atrevido, bueno, nada, está claro que para vencer y, por supuesto, eliminar a los azulgranas de cualquier competición deberás de jugar, sino a su nivel, que es poco menos que imposible, sí, al menos, con la intensidad y deseo de golear de los culés.

A pesar del mal sabor de boca, más por el resultado que por el juego desplegado, que dejó en muchos culés el partido de ida estaba claro que solo el Barça podía perder esta eliminatoria. Si el Barça era el Barça, el Barça de siempre o del 90% de las ocasiones, el Arsenal no tenía posibilidad alguna de eliminar a los catalanes. El partido solo tenía un truco: no caer en las provocaciones, en la tentaciones, en las artimañas del adversario. Un rival, por cierto, que quiso disfrazarse de Inter (¿se acuerdan, no, del año pasado?), pero ni defienden tan atrás, ni rascan tanto y son mucho más vulnerables. Puede que el Barça no jugase su partido más brillante pero fue dueño y señor del balón, del tempo del partido y, por supuesto, solo el Barça creó ocasiones de gol. Hasta marcó el tanto inglés.

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